jueves, 20 de junio de 2013

Argumento.








Una caricia en la noche es un puente, tal vez un andamio hacia
algún planeta que dios dejó caer de su bolsillo, mientras danzaba
junto a los últimos moribundos del amor.
Una caricia es un atajo al sol, una voz que ahonda en los sentidos
y les deja un aroma a playa y a esas primeras flores
que por curiosidad olfateamos.
Una caricia, es en esencia un beso sin su significante.
Un pulpo de estrellas que adormece y diluye el tránsito del día,
la espera cotidiana en el andén, la cola del banco, el ir y venir sobre
tanto cemento.
Una caricia cuando sabe atinar en la inquietud, desnuda la mirada
y sale el sol en las olas y las alas de esas estatuas que perdieron su gloria,
porque tanto excremento en los hombros no debe ser motivo de dignidad.
Una caricia, esta, aquella caricia, sabe buscarte las respiraciones aun
en tanta niebla envejecida, en tanto humo civilizado y racional, porque estar
acorde con las nuevas tendencias musicales, de moda y actualidad de efímero plástico, nunca fue mi hipocresía.
Entonces nací en tu caricia tuya y mía y nuestra,
como idea que recorre el cuerpo de tan luna,
de tan tango viñedo sabiéndote la lengua y el gusto,
y el olfato, ese que fundó en mi pecho el big bang,
la revolución armada sólo de tu voz.
Una caricia no es un discurso, al menos no hablado.
Una caricia encuentra su materia en el topónimo
de una anatomía intuida, nunca deseada, porque su médula
espinal es de misterio y no precaución o acondicionamiento.
Esta caricia que ahora viaja por tu pie como queriendo liberar su sótano,
el mal humor de sus pisadas,
la tardanza del viento y sus cosquillas, sale a fumar hierba y ahora es el corazón quien te toca el silencio y lo cobija con mi abrazo menos cansado y tembloroso.
Entonces se abre un sol en el espacio,
y el contrabajo va guiando el pulso porque si no la noche llegaría hasta aquí, y esta caricia irremediablemente quedaría, como una horca, una tristeza o una bala. 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Deconstrucción de un constructo.

                                                                                                       
                                                                                          Para una tulipán.                                                                                                               

Aun cuando esta noche, tu piel no moje mis sentidos de fluidos estenopeicos
Aun cuando no hice de tus jadeos un sinfín de notas coloridas
como esas luces que de niño explotaban en el viento
para así dar paso a otro calendario, a otras briznas.

Aunque esta noche noche tus cabellos no hayan sido las cuerdas de este violonchelo
añejo que existe en mis glándulas sudoríparas
Aun cuando esta noche tus manos se escondan en la almohada
como queriendo atrapar sueños olvidados o viejas mordeduras.
Puede que este calor, esta noche te contemple silente
así, como pescador en alta mar.
Aun cuando sin querer
nuestros sexos no entablen un diálogo subversivo
como manos que se enfrentan en un piano
Esta mañana
late tu tierra en mis venas.